Dr. Rock and Roll.

Pase adelante, joven, cuénteme sus males, no dude de que aquí tenemos lo que usted necesita para curar el hastío de sus días laborales, las tareas estresantes de maestros analfabetas, el extractor de jugos al que solemos llamar “jefe”, el novio o novia GPS del que nos enamoramos por sinrazones afectivas; la ansiedad, la depresión… ¡Para todo hay solución! Porque si bien es cierto que todavía no se descubre la gran panacea ni el elixir de la vida eterna, las ciencias artísticas sí nos han ofrecido un descubrimiento que mucho se acerca: el rock and roll. ¿Que ya no está de moda? ¡No busque más justificaciones y tome su receta de hoy! Vaya al reproductor más cercano y drogue su cuerpo con buena música. Se lo recomienda el Doctor Rock and Roll.
Hora de inyectarse un poco de rock argentino, medicina hermosa que a veces duele, pero que siempre enamora. ¿Te suena el nombre “Raúl Porchetto”? ¿No? De ahora en adelante te sonará, ¡vaya que te sonará!, porque no podrás dejar de escucharlo por un buen tiempo, y de vez en cuando a lo largo de tu vida volverás a él. Yo sé lo que te digo, papito (procede a poner cara de rata sabia y a darle un jalón al cigarrillo, prohibido por el doctor normal, pero no por el Doctor Rock and Roll), este Porchetto es de los músicos que se distinguen. No es Soda Stereo ni Vilma Palma, pero hay que variar, una alimentación musical balanceada es la clave para el sano mantenimiento del oído y una vida feliz.

Raúl Rodolfo Porchetto es un músico (cantante, multi instrumentista y compositor) argentino nacido en la ciudad de Mercedes, el 15 de noviembre de 1949. Ya está ruco el maitro, pero no hay que tenerle miedo, la buena música no tiene fecha de vencimiento. Con más de dos docenas de discos publicados, Porchetto es uno de los pioneros más prolíficos del llamado “rock nacional” (de Argentina, se entiende).
Comenzó cultivando el rock progresivo, pero poco a poco fue variando a subgéneros como el pop rock, new wave, soft rock, entre otros. Su álbum más exitoso es, sin lugar a dudas, Noche y Día (1986), del cual se desprende su sencillo de mayor popularidad: “Bailando en las veredas”, hit que posteriormente tendría una segunda versión cantada a dueto con el mítico Sandro. Otros de sus éxitos son “Reina madre” y “Che pibe, vení votá” (a dueto con León Gieco); la primera es una fuerte crítica a la guerra (cuando los argentinos tenían fresca la experiencia de la “guerra de las Malvinas”) desde la voz ficticia de un soldado que habla por medio de una carta a su madre; mientras que la segunda ironiza sobre el llamamiento al voto de parte de las esferas de poder.
Formó parte del efímero grupo acústico PorSuiGieco, conformado por los ex Sui Generis, Charly García y Nito Mestre, junto con León Gieco y María Rosa Yorio. Dicho conjunto grabó un disco, realizó una pequeña gira y ha tenido alguna que otra reunión. Pero es en calidad de solista como ha hecho su andadura rocanrolera el bueno de Porchetto. Vale la pena recordar que en el rock los conjuntos musicales (bandas) son, por lo general, los que han logrado tener mayor relieve comercial, y los artistas solistas suelen pasar a un segundo plano, a menos que hayan pertenecido a un grupo destacado, especialmente si fueron el vocalista… Sin ser regla, esto suele pasar.
Porchetto quizás ha sufrido esa pequeña maldición del solista; sin embargo, en su haber ha dado a la música unas cuantas obras maestras que lo convierten en un infaltable de cualquier antología del rock en español que sea medianamente respetable. Y una de esas obras maestras es la que tenemos como muestra gratis el día de hoy, para que usted se vaya nutrido y no le haga mucho caso a lo más promocionado por la industria del mainstream, que nos suele negar la salud estética. Me refiero al primer álbum de la carrera de Raúl: su Cristo Rock de 1972.
El esplendor hippie de finales de los 60´s dejó algo más que barba, pelo largo, piojos, atuendo y actitud descuidada, consumo de alucinógenos y libertinaje sexual. El movimiento hippie fue uno de los responsables de la complejidad experimental que asumiría el rock a finales de los 60´s y durante una buena parte de los 70´s. Además de ser determinante para el surgimiento del rock psicodélico y el rock progresivo, el hipismo fue responsable de un renacimiento espiritual, hasta ahora muy infravalorado. El rechazo hacia los valores del mundo moderno y la dictadura de la razón que llevó a la casi destrucción de la humanidad durante las dos guerras mundiales, así como los efectos del consumo de drogas, llevó a muchos hippies a buscar el sentido de la vida en una realidad supra terrenal, dado que el caos de la mundanidad sólo podía llevar a un desencanto por la vida.
Es entonces cuando en la escena argentina encontramos bandas cuyos estilos de vida los llevaban a un reflejo de su búsqueda espiritual en la música que componían; tales son los casos de bandas destacadas como Vox Dei y Arco Iris. De la producción de ambos aparecerían discos emblemáticos como La Biblia (1971) o Sudamérica o el regreso de la aurora (1972), trabajos de marcado tono religioso y espiritual. Mientras los integrantes de Arco Iris se apegaban a la disciplina ascética de su guía espiritual, Danais Winnycka, los miembros de Vox Dei realizaban una personalísima interpretación de las sagradas escrituras, la cual no estaba exenta de riesgos, dado el rígido catolicismo que dominaba la espiritualidad de la sociedad argentina de la época.
Es por ello que óperas rock como Jesus Christ Superstar no pudieron hacer un aterrizaje temprano a Argentina. Recordemos que en 1973 el empresario teatral Alejandro Romay ya tenía todo listo para montar dicha ópera en el Teatro Argentino de Buenos Aires, pero cuando sólo faltaban unas cuantas horas para el debut, un grupo de fanáticos religiosos reducirían a cenizas el teatro con un ataque de cócteles molotov. No obstante estos hechos lamentables, álbumes como La Biblia o el propio Cristo Rock sobrevivirían a la censura y se convertirían en clásicos del rock argentino. El debut de Porchetto, de hecho, es una apuesta mucho más arriesgada que la de Vox Dei en el sentido de no ser una interpretación de las escrituras, sino una ficción sobre una segunda venida de Jesucristo.
Contextualizando un poco más sobre el tipo de producciones similares de la época, vale la pena recordar que el primer Jesus Christ Superstar fue un álbum conceptual compuesto por el compositor británico Andrew Lloyd Webber, y que salió a la venta en 1970. Contó con Ian Gillan, en aquel entonces vocalista principal de Deep Purple, interpretando a Jesús, Murray Head como Judas e Yvonne Elliman como María Magdalena. Se interpretaría en vivo por primera vez el 12 de julio del siguiente año en el Civic Arena de Pittsburgh, Pensilvania, con Elliman repitiendo su personaje, y con Jeff Fenholt y Carl Anderson asumiendo el papel de Jesús y Judas, respectivamente. El 12 de octubre se estrenaría en Broadway en el Mark Hellinger Theatre con la producción de Robert Stigwood. A España llegaría en 1975, teniendo como productor y protagonista al gran Camilo Sesto, siendo ese mismo año su estreno en México, a cargo de la actriz y cantante de rock and roll Julissa. En Argentina no vería la luz sino hasta 1989, con Rubén Elena como directora.
En Jesus Christ Superstar ya encontramos una interpretación bastante libre del evangelio (los últimos siete días de la vida de Jesús), presentando anacronismos intencionados, tales como actitudes y sensibilidades contemporáneas en los personajes; argot en las letras de las canciones y referencias irónicas a la vida moderna. El estilo rock de por sí ya representa un anacronismo al momento de musicalizar un libro antiguo. Además, esta composición tiene la particularidad de orientar la historia más desde la perspectiva de Judas, el cual es presentado más que como un simple traidor.
El álbum de Porchetto está emparentado con esta obra, pero no llega a ser como tal una ópera rock, a pesar de ser un álbum conceptual; ni tampoco es una musicalización del evangelio y mucho menos una versión de Judas. El álbum de Porchetto parte de la siguiente pregunta: ¿qué diría y haría Jesucristo si anduviera entre los hombres de nuestra época? Si en las composiciones de Lloyd Webber y Vox Dei ya existe el argumento de que las interpretaciones comunes de la Biblia se han desviado de su contenido original, en el álbum de Porchetto se radicaliza, y se trae al propio Jesús a desmontar la hipocresía de la sociedad contemporánea. Pero, así como Jesus Christ Superstar deja la puerta abierta a valorar a Jesús de Nazaret como hombre y no como Dios, Raúl también nos presentará a un Jesús más humano:

“Yo no doy a entender en la obra que Jesús es Dios hecho hombre. No creo eso. Para mí, sencillamente, es un tipo más que habita hoy entre nosotros, y que, por ser él, tiene la suficiente lucidez para decir las cosas que yo no me atrevo” (palabras de Raúl Porchetto en una entrevista concedida a Pelo).
Y en la siguiente pista, “Canción II”, que, según la apreciación de este humilde médico, es la obra maestra del álbum, una canción un poco más dura y veloz, con algún detalle góspel y un majestuoso agudo al final, dirá lo siguiente:
“Todo el mundo me sigue nombrando,
sigue escribiendo de mí,
sigue alabando mi nombre,
pero en el fondo de sus corazones
creen que morí y que perdí mi cuerpo,
que me derretí en una cruz.
Creen que no soy más que un templo,
repleto de todo menos de amor.
Creo que nunca entendieron nada,
nunca quise perdurar así.
Yo nunca morí, yo nunca morí,
yo nunca morí, señores”.
“¿Dónde está mi iglesia?
¿A dónde está tu iglesia?
¿A dónde está tu iglesia? No, no.
Nunca hablé de riquezas,
ni imperios de religión, sólo quise templos
de mi amor.
Abran ya sus mentes, abran ya su corazón,
no quiero pseudos-amantes de mi amor.
No, no, no, no”.
En las letras de las canciones domina este tipo de análisis crítico sobre el cristianismo contemporáneo, sin dejar de lado la crítica a la censura de los nuevos movimientos de libertad, como lo fue y sigue siendo el rock, satanizado por la sociedad conservadora. Recordemos que el rock desde sus orígenes, dada su natural rebeldía y juventud, ha sido tomado como algo diabólico, alejado de los valores del cristianismo y enemigo de los gobiernos opresores, tal como se dice en “Canción VIII”:
“Padre, hoy estuve preso por
cantar canciones de rock.
Padre, hoy estuve preso por hablar de
tu amor en las plazas”.
La persecución contra el rock (que fue más evidente en México) es homologada con la persecución de Cristo y los primeros cristianos. Y Porchetto no sería el único que unificaría pasión por el rock and roll y devoción a Dios, como un mismo sentimiento y una misma razón de ser. Sólo dos años más tarde, en España, Juan Pardo cantaría lo siguiente en su tema “Conversaciones conmigo mismo”:
“Yo me encontré preguntándole a mi yo:
¿en dónde encuentro a mi Dios?
Dios, Dios es amor y es todo lo que veis,
me respondió.
He bajado hasta el fondo de mi ser
donde aún está el rock and roll,
y él me lleva en brazos al amor
hacia Ti”.
No olvidemos que el hipismo defendía los valores de la paz y el amor, así como una nueva noción de libertad y respeto hacia el ser humano y la naturaleza. El pacifismo de Porchetto y su sincero cristianismo son una constante que se ha mantenido durante toda su carrera, y él lo ha reiterado frecuentemente en diversas entrevistas. Para este tipo de autores, el principal llamamiento de Cristo, un llamamiento de amor, ha sido tergiversado por la sociedad, los gobiernos y las instituciones religiosas, al punto de que se nos exige hacer todo lo contrario a lo que indica este llamamiento, y las herramientas de represión no tardan en caer sobre todo aquel que practique el amor legítimo, la paz legítima y la libertad auténtica.
Como vemos, el fondo de Cristo Rock encierra un mensaje muy humanista, que vale la pena considerar. Pero no olvidemos la calidad musical de este álbum. A lo largo del disco, mis pacientes podrán deleitarse con momentos inspirados de rock progresivo y psicodélico, como en “Canción VIII”, o se encontrará con delicados toques de folk, como en “Canción VII”. Cada detalle, cada acorde, cada cambio de tono está completamente justificado y en su lugar. Escuchar este disco con tiempo, poniendo atención en los detalles y valiéndose de unos auriculares decentes, proporciona una experiencia mística y social que realmente cambia la vibra de tus estados emocionales e intelectivos.
Yo me atrevo a decir que detrás de toda esta vitalidad religiosa sin duda se esconde la intención de dar legitimidad al rock como instrumento de mejoramiento social, como medio para transformar los espíritus degenerados de los hombres modernos. Incluso décadas después esta temática seguirá despertando el interés de los músicos de rock; un buen ejemplo de esto lo encontramos en la escena española, cuando a mediados de los 90´s aparece la ópera rock llamada Jesús de Chamberí (1996), del grupo de folk-metal Mägo de Oz, que también ficcionará una segunda venida de Cristo en uno de los barrios bajos de Madrid. Dicho álbum tuvo una secuela más comercial en 2019 (Ira Dei).
Bueno, joven, es así como Cristo Rock merece mantenerse en el itinerario rockero de todo aquel que esté hambriento de la música auténtica, esa que muestre un verdadero despliegue de libertad creativa, y que contagie el deseo de esos descubrimientos estéticos y espirituales de los que tanto necesitamos para sobrevivir y transformar nuestra cotidianidad, la esclavitud espiritual en la que nos tienen sobreviviendo. Seas o no cristiano, Cristo Rock tocará las notas más profundas de tu yo. Quedas recetado, puedes ir en paz; pero nunca olvides visitar a tu Doctor preferido cada vez que el hastío domine tu vida.
Dr. Rock and Roll.

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